El silencio del monstruo
La imagen muestra a una figura mitológica: el Minotauro. Pero no lo hace desde la violencia o la brutalidad, sino desde un ángulo inesperado: de espaldas, apoyado con los brazos sobre un muro, mirando hacia un horizonte infinito. Su cuerpo es musculoso, pero vencido. Su cabeza, grande y poderosa, gira apenas hacia un costado, como si esperara algo o a alguien.
En esta representación, el monstruo no amenaza, no embiste. Contempla. Está solo. La pintura nos invita a pensar en el Asterión que Borges retrató en su cuento: no como una criatura temida, sino como una víctima del encierro, un ser sensible, capaz de imaginar un redentor.
Comentarios
Publicar un comentario