Texto de opinión de "Emma Zunz"





 

Emma Zunz: El eco del trauma y la venganza

 

Escrito por Nicolás Álvarez Blanco

En el cuento "Emma Zunz" de Jorge Luis Borges, publicado en 1949 en “El Aleph”, se nos presenta una narración “simple”, una joven que busca vengar la muerte de su padre, injustamente acusado por un desfalco que, según Emma, fue cometido por su antiguo jefe, Aarón Loewenthal. Sin embargo, como es común en varias de las obras de Borges, bajo esta estructura lineal se oculta una compleja historia, llena de motivaciones psicológicas y dualidades. En este texto, se buscara descubrir esa historia oculta, analizando cómo la venganza de Emma pasa de ser justicia personal a ser una forma de venganza íntima frente a un pasado traumático, revelando en Emma una doble personalidad en su actuar y una necesidad profunda de reescribir su propia historia.

Desde el inicio del cuento, Borges construye una atmósfera de tensión interna. Emma recibe una carta anunciando el “suicidio” de su padre, Emanuel Zunz, lo que inmediatamente activa en ella una certeza: “la historia era increíble, en lo íntimo de su alma ya la había aceptado” (1). Esta aceptación sin cuestionamiento nos pone al tanto de que ya había cierto un conocimiento previo, una sospecha que ahora se confirma y enciende la chispa de la venganza. Aparentemente, Emma busca hacer justicia por lo que sufrió su padre. Sin embargo, a medida que avanza la historia, se nos revela que su odio hacia Loewenthal puede ser solo una expresión superficial de un resentimiento más profundo hacia otra persona.

El elemento central en esta interpretación es la ausencia del padre como figura afectiva. Ya que Borges lo presenta como un personaje lejano, casi abstracto, que ha pasado años lejos y cuya relación con Emma es más un peso que una compañía. La forma en que Emma habla de él es impersonal, casi mecánica: “la vergüenza, la ira, tal vez el deseo de justicia, la habían impulsado a esa resolución” (2). No hay amor ni ternura; hay vergüenza, ira y una supuesta sensación de deber. Esto sugiere que la figura paterna está marcada por un vínculo roto, posiblemente por un pasado doloroso que Emma no enuncia directamente. La venganza, entonces, no se dirige exclusivamente hacia Loewenthal, sino que también es una forma de saldar una cuenta emocional con su propio padre.

Esta historia oculta que encontramos en el relato se refuerza con el acto clave que permite a Emma ejecutar su plan, mantener relaciones sexuales con un marinero desconocido para poder justificar ante la policía que Loewenthal la violó antes de ser asesinado. Este momento se nos narra con una atmosfera perturbadora y pesada, muestra una frialdad extrema, pero también deja entrever una profunda ruptura en la identidad de Emma. Borges dice que ella “no se prostituyó por dinero, sino por justicia” (3), una afirmación que encubre una contradicción esencial: ¿puede haber justicia en un acto tan humillante y traumático? ¿Hay algún otro motivo detrás?

Aquí surge con claridad la dualidad de Emma Zunz. Por un lado, es la joven silenciosa, trabajadora, que mantiene la fachada de inocencia y control. Por otro, es la mujer fría, capaz de planear con meticulosidad un asesinato, de mentir, de entregar su cuerpo virgen como medio para construir una coartada. Borges dice que “el pudor la abandonó en el tercer acto del drama” (4), pero más que pudor, lo que se deshace es la construcción de su identidad. Emma se convierte en dos personas: la que recuerda a su padre y desea justicia, y la que ejecuta una venganza que parece desbordar la lógica de la pérdida sufrida. Este recurso nos permite leer el cuento no solo como una historia de justicia, sino como una representación del trauma y de su manifestación a través de actos extremos.

La clave para comprender esta historia oculta se encuentra en los detalles, Emma, no duda, no titubea. Cuando ella le miente a la policía, Borges dice: “la historia era increíble, pero se impuso a todos porque sustancialmente era cierta” (5). Esta afirmación es  reveladora. La historia de la violación es falsa, pero la emoción que se plasma es genuina. ¿Y si lo que Emma en verdad está vengando no es solo la ruina económica y moral de su padre, sino una herida más profunda, posiblemente una agresión sexual que ella misma o su madre sufrieron a manos del padre que dice vengar?

Esta lectura no está explícita en el texto, pero Borges deja rastros sutiles. La frialdad de Emma, su repulsión por el acto sexual, su capacidad para perder de forma tan fácil su identidad durante la ejecución de su plan, sugieren un pasado marcado por el trauma. La violencia de Emma no es solo física, sino que también es simbólica, ella reconstruye una escena de poder, donde ella ya no es víctima sino la que ejecuta, donde el relato le pertenece y donde puede decidir cuál es la verdad.

La historia oculta de "Emma Zunz" es, entonces, la de una mujer fragmentada por un pasado que no se menciona pero que se deja ver entre las líneas del cuento. La venganza no es solo contra Loewenthal, ni exclusivamente por su padre; es una forma de recuperar su identidad, de reescribir una historia donde Emma no pudo hablar ni actuar. La mentira que dice al final no es solo una coartada: “la historia era increíble, pero se impuso a todos porque sustancialmente era cierta” (6). En esa frase, Borges nos da la clave, la verdad de Emma no la vemos en los hechos, sino en la emoción que nos quieren transmitir. La venganza se convierte en un acto de “sanación” torcida, y de “liberación” tardía.

En conclusión, "Emma Zunz" no es solo una historia sobre una venganza personal de una hija por la injusticia sufrida por su padre. Es la historia de un trauma que se guardó en silencio, de una identidad dividida, que encuentra en la mentira, la única forma de decir una verdad jamás dicha. La dualidad de Emma, su fría forma de actuar y su compleja motivación, nos permiten ver que la verdadera víctima del cuento no es su padre ni Loewenthal, sino ella misma. Borges construye así un cuento en el que la justicia no existe, y donde la verdad se esconde, como el trauma, entre el silencio.




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