Resumen de La España Primitiva

 La España Primitiva: Primeros Habitantes y Conquistas


Antes de la llegada de los romanos, la Península Ibérica estaba ocupada por diversos pueblos autóctonos, cada uno con características culturales y lingüísticas propias. En el norte habitaban los vascos, cuya lengua, el euskera, es una de las más antiguas de Europa y aún sobrevive en la actualidad. En el este y sureste de la península predominaban los íberos, una cultura posiblemente de origen norteafricano con un destacado desarrollo en la metalurgia, la agricultura y la cerámica.


En la región sur de Andalucía y Portugal se encontraba Tartessos, una civilización avanzada en minería y comercio, mencionada en textos clásicos como la obra de Heródoto. La influencia externa también se dejó sentir en esta etapa: los fenicios, fundadores de Cádiz y Málaga, establecieron relaciones comerciales y dejaron su impronta cultural; los griegos introdujeron nuevos conocimientos y técnicas en las zonas del Levante; y los cartagineses, herederos de los fenicios, jugaron un papel importante hasta ser desplazados por Roma.


En el noroeste y el centro de la península, los celtas se mezclaron con los íberos para formar los celtíberos, quienes destacaron por su resistencia ante los romanos. Esta diversidad cultural marcó los inicios de una historia compleja, donde la península sería objeto de interés y conflicto entre grandes potencias.


La Conquista Romana


La llegada de los romanos a la península fue un proceso gradual que comenzó tras su victoria sobre Cartago en las Guerras Púnicas (siglo III a.C.). Roma, al ver el potencial estratégico y económico de Hispania, inició su conquista en el 218 a.C. con la llegada de Publio Cornelio Escipión. Sin embargo, la ocupación completa de la península tardó más de 200 años en consolidarse debido a la fuerte resistencia de los pueblos indígenas.


Entre los hitos más destacados de la conquista se encuentran la caída de Numancia en el 133 a.C., símbolo de la resistencia celtíbera, y las guerras cántabras, que culminaron en el 19 a.C. bajo el emperador Augusto. Hispania quedó dividida en dos provincias: la Citerior, en el este, y la Ulterior, en el sur. Con el tiempo, esta organización se diversificó para facilitar el control político y económico.


La romanización fue un fenómeno clave durante este período. Los pueblos indígenas adoptaron la lengua latina, las costumbres romanas y el sistema jurídico del Derecho Romano, creando una base cultural común que perduraría incluso tras la caída del Imperio. Además, la península se integró al sistema comercial romano, destacando por su producción de aceite de oliva, vino y metales preciosos.


El Declive Romano y la Invasión Germánica


A partir del siglo III d.C., el Imperio Romano comenzó a mostrar signos de debilidad debido a las crisis internas y las invasiones externas. En este contexto, los pueblos germánicos, como los suevos, vándalos y alanos, irrumpieron en la península en el 409 d.C. Más tarde, los visigodos, aliados de Roma, expulsaron a estos grupos y establecieron su propio reino con Toledo como capital.


El reino visigodo (siglos V-VIII) representó un intento de continuidad de la tradición romana en la península. Aunque inicialmente practicaban el arrianismo, una doctrina cristiana considerada herética por la Iglesia Católica, el rey Recaredo se convirtió al catolicismo en el III Concilio de Toledo (589), unificando religiosamente a la población. Sin embargo, la monarquía visigoda nunca logró consolidar un sistema político estable, lo que contribuyó a su debilidad frente a la invasión musulmana.


La Conquista Islámica y el Califato de Córdoba


En el año 711, un ejército musulmán liderado por Tarik ibn Ziyad cruzó el estrecho de Gibraltar y derrotó al último rey visigodo, Rodrigo, en la batalla de Guadalete. En pocos años, los musulmanes ocuparon gran parte de la península, estableciendo Al-Ándalus como provincia del Califato Omeya.


La cultura islámica transformó profundamente la península. Los musulmanes introdujeron avances en agricultura, arquitectura, matemáticas, astronomía y medicina, convirtiendo a Al-Ándalus en un centro de conocimiento y cultura. Ciudades como Córdoba, bajo el Califato Omeya, se convirtieron en referentes de la civilización islámica, albergando bibliotecas, universidades y mezquitas.


A pesar de la conquista, las comunidades cristianas y judías sobrevivieron bajo el estatus de “dhimmi”, lo que les permitía mantener su religión y tradiciones a cambio de un tributo. Esta convivencia, aunque imperfecta, dejó un legado cultural que aún se percibe en España, especialmente en el idioma, donde se incorporaron más de 4,000 palabras de origen árabe.


La Reconquista


La resistencia cristiana frente a la dominación musulmana comenzó en el norte de la península. En 722, Pelayo lideró la victoria en Covadonga, considerada el inicio de la Reconquista. Durante los siguientes siglos, los reinos cristianos avanzaron lentamente hacia el sur, ganando territorios y consolidando su poder.


Hitos importantes de la Reconquista incluyen la toma de Toledo por Alfonso VI en 1085 y la decisiva victoria cristiana en la batalla de las Navas de Tolosa (1212). Este último enfrentamiento marcó el principio del fin para los musulmanes en la península. Granada, el último reino musulmán, cayó en 1492 ante los Reyes Católicos, completando la unificación territorial de España.


El Triunfo del Castellano


El castellano emergió como lengua predominante gracias al poder político y militar del reino de Castilla. Desde el siglo XIII, la lengua se fue consolidando como vehículo de comunicación y cultura, impulsada por obras literarias como las Glosas Emilianenses y las traducciones realizadas en la Escuela de Traductores de Toledo.


En 1492, Antonio de Nebrija publicó la primera gramática de la lengua castellana, marcando un hito en la historia del idioma. Este desarrollo coincidió con la unificación de España bajo los Reyes Católicos, la expulsión de los judíos y el descubrimiento de América, eventos que posicionaron al castellano como una lengua imperial.

 

Referencias Bibliográficas


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